Cuando el calor aprieta, las cosas dan calor con tan solo mirarlas. Por eso a la hora de dormir debemos buscar además de tejidos frescos como el algodón, que tengan colores claros que den esa misma sensación fresquita y ligera.
El color blanco será una apuesta segura, ya que es un color que trasmite frescura y limpieza.
El color azul también es una buena elección, ya que es un color relacionado con las bajas temperaturas, y si bien es cierto que no es la mejor elección en habitaciones frías durante el invierno, ahora en verano, es un acierto seguro.
El amarillo es un color intenso, pero si lo utilizamos en sus versiones más suaves, o sobre una base de blanco o gris, también puede resultar un color agradable sobre el que descansar.
Los tonos neutros como los grises o los beiges también resultan apropiados para sofocar el calor. Bajan la temperatura de nuestra cama, al menos a la vista.
Los estampados suaves, sobre una base de color blanco, también son una solución para dormir a gusto.