Hasta ahora, en el dormitorio era imprescindible poner un espejo para mirarte. Uno de cuerpo entero para vestirte, o uno sobre la cómoda para ponerte los pendientes o retocar el maquillaje.
Pues esta es la prueba de que los muebles también sirven para mirarte. La prueba de que los espejos también pueden ser un acabado.
El resultado es un dormitorio de aspecto clásico, de inspiración parisina y sobre todo romántico. Y a eso contribuyen el resto de los accesorios. El cabecero blanco con molduras redondeadas y sobre todo la calidez de todos los textiles.
Fotografías: Porada