No hay nada que iguale la calidez, belleza y confortabilidad de un suelo de madera. Desde los antiguos suelos de parquet macizo a base de largos tablones rústicos, a los mosaicos de distintas maderas o las tarimas más modernas, los pavimentos de madera son unos clásicos intemporales dentro de la decoración.
Pero también son algo delicados, aunque con un buen mantenimiento pueden conservarse durante años tan bonitos como el primer día.
En principio, los suelos de madera no se deben fregar. La madera es un material poroso que absorbe el agua y las tablas pueden decolorarse, deformarse e incluso presentar moho en su superficie por efecto de la humedad. Además, los barnices se deterioran considerablemente.
Un clásico en la limpieza de superficies de madera es el vinagre de manzana, aunque lo cierto es que hoy día hay productos a base de ceras naturales que son lo más adecuado para la limpieza y el mantenimiento de este tipo de suelos.
Cuando pasan los años y el parquet pierde su brillo y su color, es el momento de acuchillarlo y barnizarlo de nuevo. Mientras que los suelos de madera maciza pueden acuchillarse varias veces sin problemas, las tarimas sólo suelen aceptar dos o (como mucho) tres acuchillados, ya que la capa de madera que recubre las tablillas tiene un grosor limitado.
Es mejor dejar este cometido a los profesionales, aunque si la zona a restaurar es pequeña podemos hacerlo nosotros; para ello, lo más adecuado es lijar el suelo con una lijadora de banda, retirar el polvo y aplicar dos o tres manos de barniz de poliuretano al agua, especial para suelos de madera. Una brocha ancha de pelo natural será nuestra mejor aliada para conseguir un resultado espectacular.
Por Marta Sánchez
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Categorías: Suelos y pavimentos
Publicado el: 03-06-2010 | Autor: Marta Sánchez