La presencia del horno en la cocina es insustituible, ya desde hace décadas. Desde los primeros modelos de leña, que cuentan con siglos de antigüedad (y que algunas estufas metálicas modernas incorporan, ofreciendo la función de horno y de chimenea en una sola aplicación) hasta los hornos de convección de última generación, este electrodoméstico es insuperable a la hora de cocinar platos deliciosos, ligeros, rápidos y sencillos.
Hace unos años, la aparición de los hornos microondas relegó a los hornos convencionales a un cierto olvido… Un auténtico error, ya que ambos electrodomésticos son perfectamente compaginables, y además ofrecen prestaciones diferentes. En cualquier caso, existen también hornos que combinan ambas funciones un un solo aparato.
Si por lo general el horno solía formar parte de un solo electrodoméstico que combina la placa de cocina con el horno propiamente dicho, eso es algo que va quedando obsoleto. Las placas vitrocerámicas son independientes del horno en sí, y de hecho, hoy día se recomienda que el horno esté a la altura de los ojos, por lo que colocarlo en un mueble bajo puede resultar bastante incómodo.
Una de las novedades que ha incorporado el mercado en las últimas décadas son los hornos sin instalación. Descendientes sin duda del microondas en lo que respecta a tamaño y diseño, ofrecen unas prestaciones similares a las de los hornos integrados, aunque algo más pobres, sobre todo si los comparamos con los de última generación. Se trata de electrodomésticos portátiles, que ocupan poco tamaño y no pesan demasiado, lo que facilita su traslado o el poder guardarlos en un armario.
Ventajas e inconvenientes
Ventajas
Inconvenientes
¿En qué hay que fijarse?
A la hora de escoger nuestro horno sin instalación, es importante fijarse en aspectos como la potencia. Lo normal es que tengan unos 1300 W, pero quizás merezca la pena gastarse un poco más y comprar uno de 1700 W, que cocina mucho más rápido. También es importante comprobar que las piezas son de metal (excepto las agarraderas y otras partes que deben ser de plástico o de “toque frío”), que el metal es inoxidable, la dureza de los herrajes, la fiabilidad de los tornillos, la longitud del cable e incluso el color (los hornos negros resultan mucho más limpios). El diseño es también algo a tener en cuenta; existen preciosos modelos retro y en acero, para hacer juego con las cocinas más modernas. Y la puerta debe tener doble cristal para evitar quemaduras.
El temporizador es también un detalle importante. Algunos hornos pueden programarse hasta 120 minutos, lo que es ideal para platos que necesiten más de una hora de cocción. Otros sólo ofrecen hasta 60 minutos, lo que tiene la desventaja de tener que estar pendiente cuando preparamos una receta que requiera de un largo tiempo de asado.
Las posiciones del calor también son importantes: es importante que el horno cuente con grill para dorar los alimentos, y con otras dos posiciones en las cuales el calor salga desde arriba y desde abajo, con la posibilidad de escoger entre una potencia superior en ambas modalidades (más calor desde arriba que desde abajo y viceversa).
Hay también hornos que tienen función de descongelado (no tan eficaz como la del microondas, en cualquier caso), y con una posición para mantener las comidas en caliente. Otro aspecto a tener en cuenta es el equipamiento que viene con el horno. Todos ellos se presentan con una rejilla y una bandeja recoge-grasas, aunque si además aporta una fuente para asar, mucho mejor.
Además, no hay que olvidar que los mejores electrodomésticos son aquéllos que llevan la calificación energética A, lo que garantiza que son eficientes (gastan mucha menos energía) y respetuosos con el medio ambiente.
Imágenes: Tropical Home Improvement Ideas, iNet Giant, Meojbiz, Renthire.com.
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Publicado el: 13-04-2011